sábado, 1 de marzo de 2008

¿cultura en la ciudad? -II-

II ¿la ciudad atendida por sus propios dueños?

A partir de los años ’90 los grupos económicos dejaron de utilizar a los militares como instrumento de dominación, para colocarse de lleno detrás de la “clase política tradicional”.
Con la gente en la calle y la temperatura social adquirida como consecuencia, sobre todo, de la confiscación de los depósitos bancarios, la derecha perdió cuadros importantes los cuales cayeron en un profundo desprestigio. Es en este contexto que irrumpe en la escena política uno de sus principales exponentes: poderoso empresario, devenido en presidente de club de fútbol y luego, cargo de diputado mediante, jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires.
Así las cosas, el nuevo jefe de gobierno, seguidor pragmático de las ideas que sostienen que los problemas del mundo se solucionan operando sobre las cosas, decidiendo ignorar las necesidades sociales[1], nos aporta elementos de análisis interesantes.
Las cosas son lo que son y no devienen. En cambio los sujetos son capaces de construir su futuro y su destino, ser sujeto es “ponerse”, afirmarse. Nos encontramos siempre con este dilema: o nos ponemos como sujetos o nos ponen como objetos[2].
No hay otra alternativa o nos ponemos... o nos ponen.

Por primera vez en muchos años de la política argentina el planteo ideológico es claro; la derecha se muestra tal cual es. No está vestida de difusas contradicciones internas como el “movimiento peronista-menemista” que planteaba revolución productiva con libre mercado; o como la “alianza u.c.r.-frepaso” que planteó luego el reparto de la riqueza manteniendo el slogan “un peso igual a un dólar”.
El empresario a cargo de la actual jefatura de gobierno ha manifestado en más de una ocasión que quien no pertenece a su “pro-partido” tiene, lo que él denominó, “ideas equivocadas”. Interesante concepto. En primer lugar establece por oposición la existencia de “ideas correctas” (a la vez que queda claro quien las posee). Si el otro está “equivocado” deberá ser persuadido, intimado, despedido, amenazado, desplazado. Literal y violentamente. Como el desalojo en Barrancas de Belgrano de los cartoneros imposibilitados de volver a sus hogares (en defensa de crear, y sostener como sea, una imagen de “espacio público” inmaculado). Claramente el jefe de gobierno opera sobre las cosas, y no sobre las necesidades de los sujetos.
La ciudad atendida por sus propios dueños.
[1] A modo de ejemplo: en escuelas de la ciudad se mide la matrícula de alumnos según sus metros cuadrados. De esta forma se dispone que una escuela que posee una matrícula de 600, alumnos puede, según el metraje, albergar, por ejemplo, 100 chicas y chicos más. Sin importar en qué condiciones se realizará, si las aulas dan abasto, si los grupos pasaran de 20 a 40 chicos, etc.
[2] Ruben Dri, Revista “Diaporías”, mayo 2004, p. 54